Lo
primero que hay que destacar es la preparación previa del profesor. Lleva las
clases bien previstas, sabiendo lo que se va a dar en un día casi con precisión
exacta y así pudiendo poner el día del examen desde el principio del trimestre.
Enrique también sabe hacer que una clase sea seria sin que sea una clase
aburrida. Pide a los alumnos una conducta ejemplar, que si no cumplen, les
llama la atención. Los alumnos también deben prestar una gran atención en su
clase, pues lo que dicte debe estar perfectamente copiado en el cuaderno. Así
consigue la buena conducta en sus alumnos. Dicho así podría parecer una clase
aburrida, pero no lo es para nada. La divertida manera con la que Enrique
explica es lo que evita que las clases sean aburridas, utilizando ejemplos que
se pueden ver en la realidad, pero que él explica de manera distinta ¿Quién no
se acuerda del chulo y la chula de discoteca? Ética es una asignatura algo
tediosa para estudiar a mi parecer, pero con Enrique de profesor no lo es. También
hace a los alumnos que participen, porque la mayoría de ellos por si solos no
lo hacen. Si algo hay que decir malo de la clase es esto último, la participación
en clase. Lo que es malo de eso es que gana el respeto de los alumnos a veces dejándoles
en ridículo delante de toda la clase. A su favor hay que decir que solo lo hace
cuando ese alumno se esta “pasando”. Es un buen profesor, al contrario de lo
que pensaba por lo que decían acerca de lo estricto que es. Le pondría un 9,75.
Y hasta aquí llega mi “poesía que le he dedicado y que pondrá en su nevera”